BLOG #38 COLOQUIO - Esperanza, Segundo personaje. El Conocimiento trae Crecimiento Espiritual.

Gpm
25 jun
2 Min. de lectura

Cuando el cielo aún no conocía el color, y la luna no sabía reflejar, nació Esperanza, la segunda luz. No emergió de la tierra ni del fuego, sino del anhelo.

Fue la primera vibración que rompió el silencio después del caos. Se dice que su primer gesto fue un suspiro, y su primer acto: un canto.

Esperanza no camina: flota. Va entre brumas, entre hojas que caen y brotes que nacen. Es la luz que nadie ve directamente, pero que todos buscan. Sus ojos no miran lo que es, sino lo que puede llegar a ser, y en sus pupilas bailan semillas que aún no han brotado.

Habita el espacio entre la herida y la cicatrización. Donde hay sombra, ella susurra. Donde todo parece terminado, ella entona un tono nuevo. Su voz tiene algo de río, algo de rama que se curva pero no se quiebra.

No canta por certidumbre: canta por fe. Porque sabe que lo que se nombra con esperanza, comienza a existir en el alma. Su canto no borra el dolor, pero lo convierte en abono. A veces, cuando los otros dos personajes callan por respeto al dolor de los mundos, Esperanza canta bajito, como un latido, como una luciérnaga en el abismo.

En el Coloquio, cuando Memoria recuerda y Presencia arde, Esperanza alza la mirada. Dice poco, pero su timbre crea puentes invisibles. Una frase suya puede torcer el rumbo del pensamiento, ablandar un corazón endurecido, o plantar una idea que germinará siglos después.

Su símbolo es el pájaro en vuelo, su elemento: el aire, que aunque invisible, sostiene todo. Su color es el verde nuevo, el dorado tímido del amanecer, el azul aún por definirse. Tal vez su animal guía sea el colibrí o el ave mítica que renace del fuego sin morir.